madre

3 de 2020. Primer domingo de mayo. Día de la madre.

Afortunadamente, cada vez se han ido publicando más libros sobre la maternidad y sus grietas. Novelas, ensayos, poemas, etc. que han ido desmontando mitos y visibilizando todas las realidades en torno a esta experiencia. Historias necesarias para completar la propia Historia de todos los que somos hijos, y madres.

Por ejemplo, algunos títulos que nos han dejado huella son: El nudo materno de Jane Lazarre, publicado en 1976 y reeditado hace dos años por la Editorial Las Afueras, o La mejor madre del mundo de Nuria Labari . Dos novelas que desgarran por su realismo, y que son auténticos espejos donde verse reflejadas. O poemarios como Un nido en las clavículas de Pilar Cámara o Siamesa de María Ramos, reeditado por ella misma. Podríamos citar muchos más. Profundizando en algún subtema como el de las relaciones maternofiliales, destacaríamos El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac. Un imprescindible, editado por Impedimenta, donde es el hijo quien narra el último verano que pasó con su madre.

Estos relatos, y todos los demás sin mencionar, están cargados de palabras que, durante mucho tiempo, fueron invisibles. Por miedo a las represalias y a la fatídica culpa, en resumen, por miedo al rechazo, pero gracias a autorxs honestxs, hoy podemos disfrutarlas.

«Primer domingo de mayo, día de la madre y, sin embargo, me gustaría dejar de serlo durante un rato. Lo escribo y al segundo me arrepiento, ojala lo siga siendo por mucho tiempo, mi bichejo. Pero sí, hoy podríais regalarme la estancia en una habitación de hotel, en la 203, por ejemplo. 3 de 2020. Me echo de menos, y a ti también. Echo de menos el silencio y los pinchos de tortilla mientras leo revistas. Solo eso. Quisiera pasar el día en un hotel, en una habitación lujosa. En una cama de sábanas blancas, lisas y frías, como el mármol de Carrara. En una cama con almohadas grandes donde hundir la tristeza de la rutina. Quisiera pasar el día sin compañía para encontrarme más allá de vosotros y cerrar heridas. Y, sin embargo, no quiero perderme ni una de tus sonrisas.»

Palabras invisibles. Palabras que existen, aunque no se vean. Palabras que se cuelan por esta grieta, que, cuando son pronunciadas o escritas, duelen menos. Seguro que tu también tienes unas cuantas. ¿te animas a sacarlas?

Feliz día de la madre, a ti que eres hijx.

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